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Cuándo y cómo trasplantar una planta: guía paso a paso (sin errores)

A todos nos ha pasado: miras esa planta que lleva dos años en la misma maceta, intuyes que está apretada, pero te da terror tocarla. «¿Y si la mato al cambiarla?», piensas.

El miedo al trasplante es real, pero aquí va la verdad: es mucho más peligroso no hacerlo. Una planta que agota su espacio detiene su crecimiento, absorbe menos nutrientes y acaba debilitándose.

Trasplantar no es una operación a corazón abierto; es una mudanza a una casa mejor. Si sigues estos pasos, no solo sobrevivirá, sino que pegará el «estirón» que estabas esperando.

3 señales de que tu planta pide un cambio de maceta a gritos

Las plantas no hablan, pero mandan señales muy claras cuando su «piso» se les ha quedado pequeño. Si observas alguno de estos síntomas, es hora de actuar:

  1. Raíces fugitivas: Es la señal más obvia. Si ves raíces asomando por los agujeros de drenaje inferiores o subiendo por la superficie de la tierra, significa que ya no caben. Están buscando espacio desesperadamente.
  2. El sustrato «desaparece»: Cuando riegas, ¿el agua se escapa casi inmediatamente por abajo sin mojar la tierra? Esto suele pasar porque hay más raíz que tierra en la maceta. El cepellón es un bloque compacto que ya no retiene humedad.
  3. Crecimiento estancado o inestable: Si tu planta lleva meses sin sacar hojas nuevas (en época de crecimiento) o si la parte verde pesa tanto que la maceta se vuelca con facilidad, necesita una base más sólida y pesada urgentemente.
Vista inferior de una maceta con drenaje
Si las raíces sobresalen… ¡es hora de la mudanza!

Cómo elegir la nueva maceta (el tamaño importa)

Aquí es donde comete el error el 90% de la gente: comprar una maceta gigante «para que crezca mucho». Error. Si pasas una planta pequeña a una maceta enorme, la tierra permanecerá húmeda demasiado tiempo y las raíces se pudran.

La regla básica: Por norma general, busca un diámetro solo 2 o 3 centímetros mayor. Sin embargo, esto depende mucho del tipo de planta y su altura. Si tienes dudas exactas sobre diámetros y litros, te recomendamos consultar antes nuestra guía específica sobre cómo elegir el tamaño correcto de una maceta para no fallar en la elección.

¿Qué material elijo?

La «nueva casa» de tu planta debe adaptarse a sus necesidades y a tu decoración:

  • Para los despistados con el riego: Las macetas de plástico o esmaltadas retienen mejor la humedad. Si buscas darle un toque de color a tu salón, echa un ojo a nuestra colección de macetas originales, perfectas para retener el agua y decorar.
  • Para los que «ahogan» las plantas: Si tiendes a regar de más, busca materiales porosos o asegúrate de que tengan un drenaje excelente.
  • Para espacios reducidos: Si vas a ponerla en una estantería, opta por modelos ligeros o macetas pequeñas que no carguen visualmente el espacio.
Una marantha con vermiculita dentro de una maceta

Guía paso a paso para trasplantar sin matar la planta

Prepara tu zona de trabajo (pon periódicos o un plástico) y sigue este ritual:

1. Prepara el drenaje: Es el seguro de vida de tu planta. Coloca en el fondo de la nueva maceta una capa de 2 cm de arcilla expandida, grava o piedras. Esto evitará que las raíces se encharquen. Si no tienes a mano, en nuestra sección de accesorios para macetas encontrarás todo lo necesario para asegurar un drenaje perfecto.

2. La extracción (con cariño): Riega la planta un poco antes para que la tierra esté compacta pero no embarrada. Vuelca la maceta, coloca tu mano sobre la superficie de la tierra sujetando el tallo entre los dedos y golpea suavemente el fondo y los laterales. Nunca tires de la planta hacia arriba por la fuerza bruta.

3. «Peina» las raíces: Una vez fuera, verás que las raíces tienen la forma de la maceta vieja. Con delicadeza, suéltalas un poco con los dedos para que entiendan que ya no están confinadas y pueden expandirse hacia los lados. Si hay raíces negras o podridas, córtalas con una tijera desinfectada.

4. Relleno y ubicación: Pon un poco de sustrato nuevo sobre la capa de drenaje. Coloca la planta en el centro y asegúrate de que queda a la misma altura que estaba antes (ni enterrada hasta el cuello, ni con las raíces al aire). Rellena los huecos con sustrato nuevo y presiona ligeramente con los dedos para que no queden bolsas de aire.

Cuidados post-trasplante

¡Felicidades, mudanza completada! Pero ojo, la planta acaba de pasar por un estrés.

  • No la abones todavía: El sustrato nuevo ya trae nutrientes para unas semanas. Si abonas ahora, podrías quemar las raíces que están sensibles.
  • El primer riego: Riega generosamente para asentar la tierra. Si tienes dudas sobre cómo hacerlo para que el agua llegue a todas partes, te recomendamos leer nuestra guía sobre el riego por inmersión, una técnica ideal para hidratar bien el sustrato nuevo.
  • Luz, pero suave: Durante los primeros días, evita el sol directo abrasador. Dale tiempo para que se acomode a su nuevo hogar en un lugar luminoso pero tranquilo.

Trasplantar es renovar la vida de tu planta. Si lo haces hoy, en unas semanas verás hojas nuevas dándote las gracias.